Ese día nos quedaban por delante más 400 kilómetros de coche
hasta llegar a Oslo. Decidimos tomarnos el viaje con calma, ya que no teníamos
ninguna prisa por llegar a nuestro destino, el hotel que habíamos reservado
habría las 24 horas, con lo que no teníamos hora límite de llegada.
La Pared de los Trolls desde la carretera:
De camino paramos por varios lugares para ir estirando las
piernas, uno de los puntos más curiosos que vimos, fue un área de servicio
llamada TrollStop. Estaba decorada toda ella con Trolls de todos los tipos y
medidas.
La siguiente parada importante que hicimos fue en
Lillehammer, ciudad donde se celebraron los juegos olímpicos de invierno en
1994. Nosotros fuimos a visitar el
famoso salto de trampolín que se utilizó para ese acontecimiento. Para llegar
hasta aquí, apenas hay que desviarse 5 minutos de la carretera que baja hacia
Oslo.
Una vez en el parking del Salto, puedes entrar dentro sin
ningún problema.
Para subir a la parte superior de las instalaciones, hay una
especie de telesilla (pagando), nosotros optamos por dar un rodeo y subir con
el coche.
Desde aquí, tiramos hasta Oslo del tirón. Hubo una parte del
recorrido que se nos hizo muy pesada, la carretera estaba en obras y la
circulación era más lenta de lo normal.
Sobre las 17:30 ya estábamos entrando en Oslo. Esta ciudad
es algo caótica para circular (como todas las grandes ciudades), sobretodo hay
que tener en cuenta que a veces se comparte el carril con el tranvía. Nosotros
fuimos directamente hacia el hotel y no movimos el coche hasta que salimos
dirección al aeropuerto.
Teníamos dos noches reservadas en el Anker Hotel (170€ con
desayuno buffet). Este hotel se encuentra a unos 10-15 minutos caminado del
centro de Oslo (no cogimos el transporte público para nada, después de todo lo
que habíamos andado por los fiordos, no nos venía de un poco más). El Hotel
disponía de parking, salía a 230 NOK un día entero (fraccionado por horas salía
mucho más caro).
Se podría decir que la visita a Oslo, es lo que menos
llevábamos planificado de todo el viaje. Teníamos un par de puntos concretos
para ver, pero lo demás lo haríamos improvisando. El mismo hotel disponía de un
mapa de la ciudad, donde te indicaban los puntos más importantes de la misma.
Esa misma tarde nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad:
La famosa Ópera de Oslo:
Comentarios
Publicar un comentario