El plato principal de este día eran las Cataratas del Krimml, situada a
unos 100 km desde el alojamiento. Antes de hacer las reservas de los
alojamientos estuvimos barajando la posibilidad de coger algún hotel
más cerca de las cataratas para no tener que hacer tanto recorrido,
pero a veces también es de agradecer el hecho de estar unas cuantas
noches en el mismo sitio y no tener que ir moviendo equipaje.
Para llegar hasta las cascadas hay que pasar un puerto de montaña
llamado Gerlos, en lo alto del puerto hay que pagar un peaje para
continuar hacia las cascadas (8,50€), este importe es válido para todo
el día, si luego se vuelve por el mismo lugar no hay que volver a
pagar. Una vez pasado el peaje la carretera empieza a descender. En
algunos puntos de la carretera hay habilitados miradores para ver las
cataratas desde lejos:
En esta última foto se puede ver los diversos saltos de agua. Nosotros
hicimos una excursión desde la base, el primer salto hasta lo alto del
último salto.
En el siguiente enlace podéis ver distancia y desniveles de la
excursión que hicimos:
Una vez llegados al pueblo de Krimml tocaba aparcar. Había varios
parkings habilitados, primero vimos el “oficial” que pagabas por horas,
un poco más adelante vimos otro parking (por llamarlo de alguna manera)
que por 5€ aparcabas todo el día.
Desde el parking comenzamos a caminar hasta las taquillas, ya que como
no, la entrada a este precioso entorno natural era pagando, 3€ por
persona. Una vez dentro tienes la opción de quedarte en el primer salto
de agua (quizás el más espectacular):
Todo y que es muy recomendable ir subiendo y hacer todo el recorrido o
como mínimo hasta que las fuerzas aguanten. El camino es ancho y súper
bien marcado, no tiene perdida, pero hay que tener en cuenta que la
subida hasta el último salto es constante. Mejor llevar calzado de
montaña, agua y algo de comida.
El primer salto visto desde el principio de la subida:
El sol iba saliendo poco a poco y nos dejó ver este Arco Iris:
Otro salto de agua:
Aproximadamente, a mitad del recorrido, se llega a una pequeña zona con
un restaurante, una cafetería, una tienda de suvenires, un hotel y
alguna cosa más. También vimos que había un servicio de taxis que te
subía hasta este punto, incluso te llevaban hasta algún refugio de
montaña.
Nosotros continuamos caminando hasta llegar a la última cascada:
Una vez arriba de esta última, el camino se vuelve prácticamente plano.
Vale la pena caminar unos metros más y disfrutar del paisaje un rato:
Ahora tocaba deshacer el camino y volver hacia el coche. Si os gusta la
naturaleza, seguro que esta ruta nos os defraudará.
Para acabar el día y de camino hacia la pensión, nos desviamos un
poquito hacia un pueblo llamado Alpbach. Sin tener gran cosa, el pueblo
es muy bonito, sobretodo porque todas las casas estas muy bien
decoradas con flores en los balcones y también por estar rodeado de un
paisaje de plena montaña.
Aprovechamos para cenar un par de pizzas en un restaurante llamado
Postalm; 22,20€ con bebida incluida.
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